viernes, 9 de abril de 2010

Sukurov, lo justo a su tiempo

Después de ver la película de Sukurov "Leyendo el libro del Bloqueo" me impresionó con que honestidad había decidido repensar la historia.

En un formato si se quiere pensado más del lado de lo televisivo, Sukurov decide hacer el siguiente procedimiento; Distintas personas que habitan ahora lo que en su momento fue la ciudad de Leningrado y San Petesburgo; de distintas edades y ocupaciones; leerán los testimonios recopilados en el libro sobre el bloqueo en la ocupación nazi del 42, recopilado por los autores Daniil Granin y Ales Adamovich en el 60.

Anciones, niños, militares, artistas, actores, leerán en un estudio sutilmente ambientado un testimonio de los recopilados en el libro. La instancia audiovisual tan solo saldrá del estudio en la medida en que existe algún archivo visual, fotográfico que haga referencia directamente sobre alguno de los testimonios y tan solo hacia el final de la película, situano en un plano general la plaza.

Lo que me interesa e importa resaltar de este procedimiento es la distancia justa a la medida de su tiempo que se impone Sukurov como autor. Sabiéndolo un gran esteta que ya lo demostro en "el Arca Rusa", o en "Madre e hijo" en lugar de rehacer los testimonios en un melodrama y entonces fabricar una puesta en ecsena, decide hacer del audiovisual un arma de testimonio que responde a aquella pregunta que antes en el 60se hicieron los mismos autores del libro y con la que concluye el film.

¿Por qué? Por qué revivir ese dolor en quienes lo padecieron, pregunta imposible pues es un dolor que no conoce medida mucho menos para quienes no lo vivimos y mucho más para quienes nos es aún por la distancia más difícil de imaginar. La única respuesta dada y la verdad más latente después de más de una hora de testimonios leídos, es que todo eso aconteció, realmente sucedió y es mejor saberlo.

La guerra sucedió, y la ocupación trajo consigo la degradación del ser humano que se refleja en los testimonios con una verdad que cuesta pensar, que cuesta incluso creer. Pero es allí donde se pueden ver los límites de la degradación humana y sus consecuencias. Y es a nuestro tiempo el que le corresponde comprender y conocer que eso es posible y el cómo evitarlo a toda costa. Para evitarlo es necesario conocerlo y más aún que duela.

El dolor del testimonio no puede venir de un film, no puede inscribirse en un género, no puede conmover a la manera del film clásico, tiene en cambio que aparecer con todo su artificio y su puesta en escena (la de estudio que emplea Sukurov) para darle paso al testimonio, para dejar hablar al testimonio en si, que al ser leído nos devuelve en el que lee el rsotro de nosotros mismos, sus modos, sus rostros, no son tan istintos de nuesro tiempo o nuestra cultura y entonces no dejamos de sentirnos implicados en su lectura.

La guerra es leída en los testimonios de quienes la sobrevivieron. El films solo puede hacer el puente justo, sin demasiados artificios entre su comprensión y su precepción. Apenas un vidrió traslúcido, una nieve de fondo sobre unas ventanas maltrechas y una música clásica que entra y se va cada tanto, transitan el film, acompañano a las lecturas y acmpañano al estudio, como si en él conviviera más de una representación. es la doble representación o la riple si se piensa que las imágenes más fuertes vienen necesariamente de las lecturas. Pero esto es solo posible gracias a la puesta en escena elegida del film.

Así entonces el procedimiento de Sukurov le hace justicia al tiempo para el que que fue hecho. Nuestro tiempo. Y demuestra el poder del cine para comunicar incluso lo que como tema le ha resistido y que parecía imposible de ser llevado a la pantalla. La guerra. Hay que enteneder que se filma y desde donde. Solo entonces puede hablarse de una película justa

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