jueves, 16 de junio de 2011

Impunidad en la Fuc

La película Impunity de Hollman Morris y Juan Lozano se proyectó en la Universidad del cine.

Contó con una muy buena asistencia, y los presentes reflexionaron sobre el silencio, el tema de la verdad, la respuesta Colombiana frente a lo que es la verdad de quienes financiaron y permitieron el ascenso de los grupos paramilitares y a la vez que se beneficiaron de ellos.

Hablaron varias personas, entre ellas pudieron hablar personas con asillo político en la Argentina, como víctimas de la violencia que el documental denunciaba y se hablo de la naturalización de la misma, de la doble arma mediática que provoca el silencio que son el miedo y la desinformación por unos medios oficiales que poco investigan, callan y calan en profundidad. Y de la importancia de la sociedad civil como veedores organizados frente a los temas políticos que pretenden darle solución y salida al conflicto, eso entre muchas otras cosas.

Hasta ahí el balance de la proyección. Algunas cosas sobre la película faltaron ser dichas y me permito aquí continuar textualmente con el debate sobre el film mismo.

Lo que más rescato es la profundidad con que la película a lo largo de tan solo 1 hora y 25 minutos, sigue y cala de lleno entre las imágenes del proceso al mismo, en medio de posturas y datos que contrasta y que abren justamente el interrogante por la ley misma. Se nota mucho el recurso de como filmar al enemigo que utiliza Morris, dejando allí el discurso del enemigo solo cuando puede contestarle con uno que lo desmienta, sin retocarlo. Como el discurso de mancuso en el congreso, invitado por Uribe al que después le responde desde el estrado una víctima; O cuando uno de los periodistas independientes dan las alarmantes cifras de la ley de impunidad que luego Santos el vicepresidente enaltece como ley ejemplar reclamando otras cifras. O cuando el juez de la ley habla de los logros y Uribe el abogado, le reclama por los hechos que no se le dice a la opinión pública sobre las bandas emergentes, sobre las operaciones y reincerciones y asesinatos cometidos incluso durante el proceso.

Es admirable como en medio de esos archivos, casi que el 50% del film parece estar compuesto por un trabajo de archivo, por una idea de montaje, logra con tanta profundidad comprender, profundizar y denunciar una temática.

Las imágenes que consigue, elige y monta se vuelven muy poderosas así mismo metafóricas, esto la diferencia de cualquier película de mera denuncia o de propaganda sino que hace de este film, realmente algo importante. Junto a los discursos sobrevolando la selva, o los cultivos de banano, con los interrogantes sobre los muertos y desaparecidos y esas frases que cómo vos en off se preguntan justamente por un lugar de anonimato en el campo dosificadas a lo largo del relato, construye las imágenes muy brutales del proceso, como de la psicóloga amparándose en Dios y la justicia divina como solución en la terapia a las víctimas, o las personas que tienen que reunirse en una iglesia pero en el lugar del altar está en una pantalla el verdugo, que viene es a iluminar sobre los asesinatos cometidos a las víctimas que no son ya más fieles.

Esas imágenes que habilita el proceso, que rescata el documental y que compone y le entrega a la sociedad en la profundidad de una temática bien explorada y comprendida de parte de los realizadores. hacen de la película un objeto importante.

Justo al final, el documental se hace cargo de lo que la ley no pudo. No se queda con la entrega con su logística y su música de los cuerpos y ataúdes a las víctimas sino que acompaña allí a la persona con el ataúd y devela en el mismo cementerio que los ataúdes son más grandes y no caben en las urnas que tenían preparados para ellos.

En la proyección pasada de esta misma película escuché, "!eso es Colombia!" y me di cuenta del sentimiento general que se tiene y que la imagen hace muy bien en cerrar con ese tipo de imagen al proceso que interroga y denuncia.

Falta abrir el interrogante siempre en la superficie sobre esas imágenes de cadaveres descuartizados y anónimos que también el documental ulitiza y sobre ese tipo de violencia en la imagen. Desde mi opinión, pierde la película cuando lo utiliza, pero hay un sentimiento de querer que eso se sepa, se conozca y se sepa de que están hechas esas atrocidades, me parece en ese sentido peca de una violencia que aporta poco a lo que la película en su desarrollo e investigación ya había conseguido, y se convierte nada más que en un efecto doloroso frente al sujeto espectador que lo moviliza con algo de lo cual después la película cosecha.

En todo caso me parece una película muy importante y sino la película más importante que en Colombia se ha hecho sobre el tema y que ojalá todo Colombiano pudiera conocer y debatir en su mismo seno social. ver al menos el material y reapropiárse de la información que ahí se construye. Ampliar, informarse, investigar y difundir

jueves, 26 de mayo de 2011

Impunidad en el Festival de Derechos Humanos

Una de las películas sobre el conflicto armado, Colombiano más controversial y esperada por muchos Colombianos, se proyectó en el marco del Festival de Derechos Humanos en la Argentina “Impunity” de Juan José Lozano y Holmann Morris.
La proyección que se llevo a cabo, contenía otro film aparejado, uno realizado por otro Lozano que no es Juan José y que presentaba al lado de su llamado “Jefe” el señor Riascos, un capítulo de una larga serie realizada por la CNRR (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación) llamado “Bahía Portete” sobre la masacre en Portete y el papel de la comisión frente a la comunidad Wayuu víctima de la masacre.

En la sala solo hubo presentadores de la película de Bahía Portete, el Realizador y su Jefe como Lozano siempre se refirió a Riascos. Desafortunadamente de Impunity faltaron Juan J. Lozano y Holmann Morris y no digo faltaron en relación a que la película les necesite, pues realmente es una obra que se sostiene por si sola, sino que hicieron falta por el debate que suscitó las dos películas juntas.

Sobre Bahía Portete solo me resta decir que es una equivocada producción, de un desafortunado realizador, que no supo responder al mandato de tamaña tarea que firmaba y que llevaba demasiado estampado el sello del Estado Colombiano y que dentro de las responsabilidades al menos con dicha Masacre es quien mejor sale librado en la película.
Al final de la proyección, el Realizador intentó ante el enardecido público, defenderse diciendo que solo respondería por lo artístico de su realización, quizás intentando minar la controversia de lo chica que se queda la película en materia de denuncia pero justamente salió de entre los espectadores un hombre ya mayor, perteneciente a un grupo indígena, que se le rió por lo de artista y acá me permitiré reinventar sus palabras que fueron muy largas, concluyendo en un llamado al cineasta por la responsabilidad y el compromiso con lo que enuncia, y en una severa crítica por no mostrar a una comunidad Wayuu comprometida y aguerrida en la lucha sino en cambio, agradecida y sumisa frente a la propuesta de la CNRR que es lo que entre dejaba ver la película.

Poco a poco todas las respuestas de los panelistas por más inteligentes que intentaran ser, fueron diesmadas por el público. En un momento el señor Riascos defendiendo la posición de lo complejo del conflicto, se refirió al mismo como un problema del campo, como zonas de difícil acceso y entonces un problema para comprenderlas. Ahí mismo personas que representaban a las víctimas de estado, le recordaron a gritos, el caso de la Comuna 13 y los asesinatos de falsos positivos de Soacha. A cada cosa que decían, el público entre Argentinos, Indígenas, representantes de Víctimas, incluso Colombianos de un Capítulo del Polo Democrático, salían a desvirtuar, criticar, y contradecir a los presentes de la CNRR que aún creían interesante un debate que realmente no era sino más bien de ellos dos contra la audiencia.

Para ponerle más picante a la cosa como decimos en Colombia, la película de Portete fue la primera que se presentó y le siguió la película de Impunity; que expuso a profundidad; construyendo una multitud de puntos de vista; con una cámara que fue capaz de capturar los escenarios más diversos y poco conocidos por los colombianos, la supuesta efectividad de la ley de justicia y paz, mentira llevada a cabo por el Gobierno y misma ley, dato que quizás no sobre dar, por la que nace la CNRR.
Ante la apagada y quizás valga decir equivocada película realizada por la CNRR, de la cual solo cabe esperar sus capítulos no sean todos iguales y que el realizador haya podido aprender de la sala para corregir sus errores frente al compromiso que asumió al hacerse cargo de esa serie de films, la película “Impunity” aunque muy difícil de ver, vale la pena sostener, demostró ser una película importante, por cuanto expuso a la sociedad Colombiana y a todas las partes involucradas en su antagonismo, su contradicción y su complejidad, sobre lo que fueron las últimas décadas de la violencia en Colombia y lo que es igual de grave, desveló las mentiras de lo que se quiere presumir y presentar como un proceso de ley de justicia y paz exitoso.

“Impunity” construye una realidad con apenas las imágenes justas y con un montaje que responde constantemente a las contradicciones, punto por punto y parte por parte acá, a quienes defienden el éxito de la ley, le son develados el porque de sus intereses, la ley cae de su propio peso y tanto las estadísticas, otras noticias e investigaciones ayudan a entramar y comprender la problemática que allí se esconde y que sigue escondida. Impunity, desafortunadamente no da tantas respuestas como preguntas, pero abre las preguntas correctas y sobre todo desnuda la sociedad corrupta a partir del supuesto caso de ley emblemático con el que al Gobierno le gusta presentarse.

Al final de la proyección y, gracias a la cantidad no menor de juicios y de resultados que si ha conseguido la ley pero a costa de todo un aparato de Impunidad para el resto de las 46.000 víctimas y para el país, Riascos seguía defendiéndola, ante un auditorio que para nada ingenuo comenzaba más bien a fastidiarle su presencia por su posición en la sala. Lo que quizás no quizo ver o más bien no quiere sostener frente al auditorio, es que la película de Impunity le mostró lo que debió haber hecho su realizador en el caso de Portete, pero por supuesto al ser un organismo del Estado, la autocrítica muy severa y responsable podría llegar a ser el costo mismo del film junto a la imposibilidad de su proyección. Ante tan amargo destino y bajo un proceso complicado como el de la CNRR del cual a ninguno de los dos parece interesarle dejar de hacer parte, hicieron la película que en medio de los escándalos harto conocidos y las responsabilidades del Estado en materia de paramilitarismo pudieran pasar.

Pecando de ingenuo frente al auditorio el Lozano de Portete, todavía sostenía como un precedente el que su película no fuera censurada y la posibilidad de su exhibición en una gama amplia en Europa. Me costaba a mi pensar, como el realizador no se había dado cuenta que bajo los escándalos cada vez más graves que circundan la responsabilidad del Gobierno en materia de paramilitarismo, su película dentro de todo con la somera denuncia que hacía, era la película que mejor dejaba parado al Gobierno Colombiano.

Para concluir, considero una excelente idea por parte del festival, el haber pasado ambas películas, donde una le respondió a la otra sobre sus errores nada menores y donde la audiencia tuvo la posibilidad de confrontar y desnudar lo problemático de discursos que se presumen de independientes en medio de un organismo estatal como la CNRR. Lo único que hizo falta, fue contemplar que con un tema de actualidad política como la ley de justicia y paz, y un film encargo de la CNRR sobre la masacre de Bahía portete, junto al film que debió haber hecho y se presentó con el nombre de Impunity, la comunidad Colombiana iba a estar enardecida y ávida de debate, más bien de desbarate de lo que el “Artista” y su “Jefe” de la CNRR podían sostener y de lo mucho que falta decir sobre un tema tan complejo, y fue una lástima en términos de organización, que el festival solo contemplara media hora pasada la proyección para dar lugar al debate que más bien dejó caliente a todo el mundo.

La proyección después de ambas películas terminó con la frase a gritos “Por nuestro muertos, ni un minuto de silencio y toda una vida de combate” por algunos de los presentes. Asistí a una proyección tan voraz, debatida, posicionada y argumentada en medio de dos Films que dialogaban, en medio de los silbidos frente a las apariciones de Uribe y de las posturas, pancartas y palabras que llenaron la sala después de la proyección, que me daba cuenta lo Felinezca y politizada que está la comunidad Colombiana en Argentina y la necesidad cada vez más urgente de que las películas y otros medios asuman un compromiso y una profundidad política suficiente para abrir preguntas, generar puntos de vista y permitir comprender un poco más, la problemática sociedad Colombiana y el conflicto armado que sigue vigente y que merece un lugar primordial.

jueves, 14 de abril de 2011

Pequeñas Voces

Otro Carrillo (Dado Carrillo con “Los falsos positivos”), vuelve a mover las fibras más hondas de la realidad Colombiana, me refiero a Jairo Carrillo, esta vez en una apuesta más extrema en el mismo orden de la no-ficción llamada “Pequeñas voces”.

La apuesta consiste en la recomposición a partir de los testimonios de 4 niños campesinos, de un relato de la guerra en Colombia,. El formato, una animación en 3d reelaborada a partir de los diseños de los mismos dibujos de los niños.

La apuesta es extrema por el material del que decide disponer, por el riesgo que asume, por el punto de vista que ofrece. Carrillo se queda en la niñez e incluso construye desde la niñez. A partir de ella, expone en una suerte de inocencia a través del murmullo, lo que en discurso la película tendría que jugarse y decide no ofrecer ni comprender las razones o sin razones del conflicto, desplaza en cierto sentido la explicación o indagación política del mismo. Lo que en cambio si consigue, es mostrar y hacer sentir la guerra de forma muy potente y la sin razón de la misma. La película nos dibuja la guerra de una forma tan impactante, por cuanto el recurso es el más artificial de todos, dibujos que comprenden el carácter infantil y además animados en 3d, consiguen con ello envolverlo a uno en ese mundo, involucrarlo así sea artificialmente en la representación. Podría uno pensar, que recurso más alejado de la realidad y sin embargo con que potencia se adhiere a ella. Capaz es la manera de alejar la guerra lo suficiente para poderla comprender y sentirla de otra manera.

El dibujo justamente nos sitúa del lado de los niños, de quienes además es dirigido el testimonio y que comienza a poblar ese universo que el film despliega como película. la realidad se convierte en relato, una suerte de película Coral a partir de la tan conocida situación de las víctimas, desde 4 puntos de vista distintos que confluyen en un mismo combate; aquel que sufre la desaparición de su ser más querido; aquel que no tiene más opción que incorporarse a algún agente del conflicto; aquel que es alcanzado por una bomba y pierde sus extremidades siendo apenas un niño; aquel que debe irse y abandonar lo más preciado que el campo le había dado, su vida, sus animales, su arraigo.

Cuatro puntos de vista de cuatro niños que viven la masacre de un pueblo envuelto en el fuego cruzado. A partir de ahí, Carrillo y su equipo componen esta apuesta pretenciosa que consigue el éxito por su poderoso efecto.

La apuesta es extrema por lo difícil del material. Trabajar a partir del testimonio y construir de forma coral a partir del mismo un relato usando los mismos diseños infantiles, se vuelve tanto riesgoso como fructífero.

Lo que la película gana:
Es aportar una sensación de la guerra en demasía fuerte. La película se hace insoportable, como debe ser por la realidad de lo que cuenta. Quizás un buen antecesor en ello que vale ser citado, es Isao Takahata con "La tumba de lasluciérnagas" sobre la segunda guerra mundial en Japón. La apuesta también animada del Japonés, es más pesimista que la del Colombiano. Sin embargo, el pequeño optimismo que cierra la película de Carrillo, responde también al punto de vista infantil, que quizás al final tampoco comprenda, en medio de su ya no tanta ingenuidad, la nueva realidad que se le viene encima en la ciudad. La ingenuidad rescatada del testimonio, es lo que le permite además no comprender el problema en materia de discurso político sino sostener a partir de la niñez, la imposibilidad de comprender para el chico que se ve envuelto en el conflicto, el sentido de lo que unos dicen y lo que otros responden, como tampoco las soluciones que unos u otros ofrecen y defienden. En si misma, la decisión se hace política por cuanto el conflicto queda expuesto en su sin razón, no se trata entonces para Carrillo de discursos y del desarrollo de las problemáticas socio políticas que explican la guerra, sino de los efectos que su larga e indefinida existencia han traído como consecuencia para los Colombianos campesinos y sobre todo para la niñez.

Lo que pierde la película:
Es encarar en profundidad la comprensión del conflicto armado, asumir un discurso, o una postura frente al mismo, más bien la postura política del film, es no comprometerse con uno u otro discurso o incluso indagar sobre las problemáticas de lo que implican sino restringirse al punto de vista de lo que para la niñez se pierde y los efectos que provoca en ella. Empresa no por ende mayor y que consigue con suma su efecto.

La película terminó por mostrarme su potencia, cuando asistí por primera vez al hecho de que ningún espectador pudo levantarse de su butaca hasta que los créditos no finalizaron. No fue solo porque los créditos finales tienen también en medio de la música y los dibujos su interés, sino por que realmente la sensación trasmitida es tan potente, que así como cuesta no levantarse de la sala durante la proyección se necesita también de un tiempo, terminado el film, para poderse levantar de él a quienes decidieron verlo hasta el final, reponerse.

Lo que Carrillo consigue, construyendo el punto de vista desde la niñez, es la profunda indignación por un costo tan alto para la infancia envuelto en el mismo.

Es a través del recurso quizás más infantil, la animación, que nos habla de la guerra sobre todo como un problema para la niñez. El mundo infantil tan atroz como maravilloso, tan ingenuo como complejo, tan difícil como sencillo. El punto de vista le permite a Carrillo hacer la más potente de las películas del conflicto armado Colombiano que la hacen tan insoportable por cuanto revela la más atroz de las consecuencias, un país sin futuro y que no cesa de repetirse, tan diciente por la postura política como por lo que consigue trasmitir de la guerra misma.

martes, 21 de septiembre de 2010

Berlin 10-90
Juan Henao

“A aquellos a quienes amo,
perdonen lo que he realizado" (Ezra Pound, fragmento de “Cantar CXX”, traducción de Javier Clavo)
Cita en su comienzo Kramer, al poeta de este fragmento, con quien arranca el siglo y a quien el siglo parece deberle el estilo libre y el modernismo, poeta que además es puesto en custodia por americanos por su presunta colaboración con Mussolini.
Dentro de un baño, encerrado, Kramer lo piensa, como un terrible error, alguien con quien haber entrado en el seno de la cultura, pues estar en la cultura y ser parte de ella (podría pensarse) es también a su vez deberse una cuota de responsabilidad por el actual estado de cosas. Un títere quizás. Kramer, comienza su autopuesta en escena. El baño es el lugar para pensarse quizás, demasiado atento o ingenuo en el estado de cosas actual, de su política, de su arte, como Ezra Pound, tratando en el agotamiento del exilio, del encierro, entender su estado de cosas, todas las caídas, la historia, su historia.
La cámara solo describe, siempre suya y su voz en off la sigue, una bañadera, una tina, el goteo, el calefactor.
Desde la intimidad, la bañera y no el lecho, lugar de Hitchcock, de la ficción, estaremos los espectadores junto con él una hora reflexionando el siglo, la política y a Kramer. Un baño, una tina que se llena gota a gota y todo demasiado limpio, demasiado hotel, su lugar de beca ya no más la ficción, sino el documental.
Extraño ha sido el lugar elegido por Kramer, por lo que en él suele suceder, lavar las impurezas. Siempre limpio, el baño es el tránsito de los excrementos y las suciedades, también lugar de la limpieza, de renovarse. Allí Kramer habla, encuadra, reencuadra y permanece. Un espacio, chico, como chica es su cámara posiblemente y como chico es su pantalla con la que establece una comunicación, una continuidad, también pensada es su plano para la llamada pantalla chica, todo acá comienza a hablar de encierro.
Por momentos, la cámara del televisor y la cámara en el baño, parecen superponerse, al acercarse muchas veces el espectador no sabe cual de las dos cámaras se ha acercado, y por momentos, solo vemos la totalidad de la pantalla, cuando por momentos vemos parte del baño y la pantalla, pero la fuerza con que una y otra responden al movimiento hace aparecer y desaparecer la instancia del baño. Cómo si el movimiento siempre estuviera arriesgando la atención de quien lo ve, como si Kramer se desdoblara en un extraño acercarse, alejarse de su misma previa representación, un juego quizás, una experiencia en todo caso.
Kramer, esa figura de prendas sueltas y la cabeza calva, en medio del baño, con una luz que apenas si se le puede ver, se sienta en una silla que previamente a preparado, a decir a su vez que había pensado hacer otra cosa y no la que estamos viendo, donde a su vez pensamos en que pensó en decirnos eso a la hora de hacer la puesta, su autopuesta en escena, todo igualmente preparado, se percibe como natural, actor de si mismo, puesta en abismo.
Con muy poco al parecer, es muy complejo el tránsito, por las palabras, por las imágenes, por el espacio, por el recorte, por el silencio, por las pausas, aquella mirada directamente a una cámara instalada por él, nos invita, nos interpela, pero ante todo como es su mirada adelante y no la nuestra la que él mismo a invitado a mirar, nos deja afuera.
Acá, la imagen no es la que abraza, es la palabra en este solo plano secuencia, la imagen vale más por la presencia, que encuentra su lugar a través de la figura de Kramer y con la palabra en su historia, de sus reflexiones. De su lugar de mirada. Él mismo, temprano nos acerca hacia la potencia de su misma realización, dice en medio del film “El problema del plano secuencia es que compresión y yuxtaposición son dos modos de explotar sentidos hacia el exterior”.
El film sería más largo, menos complejo y más abstracto si fuera silente. Si tan solo estuviera su recorrido, sus reencuadres y aquellos lugares con memorias de balas, con libros citados visualmente, aquella voz inaudible y aquella mirada fija, atenta, inaccesible. Pero la voz le da una profundidad un nuevo contexto, relaciona, aparece, desaparece, a modo de versos libres, de relato histórico, de relato político, de nombramientos, de nombres, de citas. Casi como un corte, como una serie de breves cortes sobre planos que ya no existen. Como si faltara una explicación, justamente los cortes que este mismo sistema por detención y yuxtaposición funcionan en Godard, (En Godard, los cortes de voz, las citas, esa escritura que en la voz se hace fragmentaria a modo de versos libres, tiene un corolario en la imagen. Con Kramer y el recurso de plano secuencia, esta idea se rompe), en Kramer se hacen más complejos, quizás más arbitrarios también, e igualmente más difíciles, por encima de que su tiempo es la continuidad y a su vez la enunciación, es como si la sintaxis de los enunciados fuera por puntos o por versos (Sugiero que en el relato que hace la voz, no hay una lógica secuencial diacrónica, sino una sincronía, que de cierta forma rompe una continuidad si en cambio percibida en la imagen). Mas que una novela, un cuento o un ensayo, es un experimento, con la imagen y con la palabra. Su imagen y su palabra y una y otra relacionadas.
Así construye esa salida a la representación espectáculo que de si mismo podría haber hecho, en la medida en que como dice Comolli “El film es en efecto, el documento de esa afección” (Jean Luois Comolli, Ver y poder “Sobre cuatro Films mutantes –Berlin 10-90”). Palabra e imagen desde Kramer y con Kramer, en una presencia que aparece y desaparece en un tiempo que compartimos pero que nos obliga a tomar distancia. Dos escenas, suyas, que ensaya para nosotros (espectadores)pero antes para él mismo, como dice Comolli, siendo mi lugar ya no más el “goce”, o al menos, no solamente, sino “La afección en el seno mismo de la experiencia filmada el desgarramiento en el velo de la representación” (Ibid) lo que como espectador ante todo comparto con él.

sábado, 28 de agosto de 2010

Mineros de Chile - Una breve reflexión-

Hoy pude ver esas imágenes de los Mineros, hechas por ellos mismos, de cómo resisten bajo tierra el tiempo de su rescate.
Cómo era de esperarse, la imagen era de baja calidad, de poca luz y apenas se podía ver lo que estaba cerca de la cámara, si se quiere cerca de la luz. A la vez un documento de la mina, de la vida y de la desesperada situación.

Nunca un Documental se me presentaba tan importante e interesante en tiempo real. Asistía a un Documental de ellos mismos, los mismos mineros se grababan en un plano secuencia, explicando su historia, lo que hacían, su propia organización e iban con la imagen mostrando el lugar y a otros mineros, que se había dispuesto en la escena para ser registrados y saludar a su familia.

Fue entonces que pensé que nunca antes había vivido algo así con mi corta edad (valga la pena recordar armero, una tragedia que al tiempo que sucedió fue registrada) en este caso los mismos mineros. La historia puesta a prueba y la única manera de saberlos es a través de la imagen, lo único que se tiene de su vida es una imagen, la imagen tan real como ellos mismos, y además como si por medio de ella, su realidad de cierta forma se hiciera más real, pues no se trata ya de un grupo de mineros en Chile que se quedaron atrapados, se trata de "Los" mineros, en la medida en que les vemos, los escuchamos, notamos sus cuerpos y somos espectadores de el espectáculo de su realidad se hacen presentes, se hacen noticia, se hacen Cada uno para nosotros.

La imagen les ha dado otra vida, una segunda vida y además, el rescate va a durar un tiempo. Entonces por primera vez pareciera posible tenerse la posibilidad si bien triste de un reality, los mineros su propio drama, de un registro diario hecho por ellos mismos de lo que viven, de cómo se las arreglan para poder permanecer en el calor de su encierro a a lo largo de 3 o 4 meses. Qué puede suceder? Cómo podrían arreglárselas allí? Pero no, la propuesta es antiética, el sufrimiento de los mineros es noticia y no espectáculo, no puede verse y volverse su vida un programa de nuestra atención y conocimiento, sin embargo la fuerza arrolladora de la tv, me lo ha hecho pensar ese querer verlo todo en todo momento y querer ver además lo más extremo, los límites de la vida, solo conocibles en el límite mismo, en este caso, la historia misma se ha cargado de imponerlo.

Me fuerza a pensar que la posibilidad de la cámara de estar rápidamente en cualquier parte y de esta tecnología de llevar su señal a todo lugar, han hecho que se demande cada vez más ese allí en ese aquí, esa necesidad de que la imagen reemplace el texto, esa verdad de lo que vi en esos mineros, esa verdad inmediata de poder decir, yo vi esa mina, yo vi esa tragedia y con ellos por un breve lapso, pude dimensionar mejor lo que puede ser esa realidad. ¿Comprender que cosa? Qué cosa con la imagen que el texto no halla anunciado ya?. A los hombres, que comienzan a dejar de ser mineros para ser Chilenos y quizás después comiencen a ser también cada uno, si mismo, su historia, ¿Qué eso no es noticia?

Se sabrá quizás a lo largo de cómo valla siguiendo el rescate. Si antes era la mina la que no los dejaba ver, son ahora los medios que haciéndolos visibles, parecen haberles dotado de un poder que antes no conocían, su tragedia tiene rostro, sus rostros ahora tienen una forma, entre el snapshot, el plano secuencia, los cuerpos semidesnudos por el calor, la imagen de esos mineros va a vivir en cada espectador que se halla animado a su imagen

martes, 24 de agosto de 2010

A propósito del cine

Aquello que está muerto o muriendo, es lo único que puede resucitar, aquello que está vivo solo puede esperar su tiempo para morir.

miércoles, 28 de julio de 2010

Independencia

Raya Martín, hace un bello movimiento que se puede pensar como un procedimiento atemporal.

Este film, no piensa solamente la independencia, en el marco de filipinas, sino del cine.

La familia huye y con ella el cine también. La selva, una casa, tres personajes, un encuentro. Los planos en formato cuadrado, la película es en Blanco y megro. Los americanos van a llegar, ¿Cómo? En un noticiero, el asesinato de un niño les enseñará a los filipinos a temer su verdad, la verdad de quien impone el orden.

"El chico había robado la manzana" dice el Norteamericano, merecía morir, todos debían aprenderlo, así debían enseñarlo, luego todos podrán posar con el americano en la imagen y ser contemplados en la historia.

En este film, los encuadres son estáticos, los sueños se presentan en un único plano en viñetas, la habitación es diminuta y solo conoce una posición de cámara, todo es selva, fondo y estudio, los personajes están libres y están presos, siempre entran y salen de cuadro, no suelen permanecer en él.

De repente una tormenta, ¿Cómo? Con flashes de luz, efecto - defecto pero que efecto, el espectador violentado por otro tiempo, descolonización de la forma por un retorno a la forma, independencia con dependencia de la historia fílmica.

Reviso la fecha del film, si, 2009, cómo es posible ser tan original y extemporáneo, tan justo, tan preciso y poner un título grandilocuente como "Independencia". Hay que ser Raya Martin